El yate feminista

 Tengo una amiga que siempre dice que para dejar de llevarnos disgustos deberíamos parar de hacer famosa a gente que es simplemente estúpida. Estoy totalmente de acuerdo, pero resulta difícil, en muchos casos, adivinar por dónde te va a salir el individuo de turno. No es el caso de C Tangana, cuyo modus operandi olía desde el principio a lo mismo que apesta esa foto sobre un yate que se ha hecho viral ahora. Por supuesto que tenemos tendencia a glorificar a cualquiera que nos venda una moto, sobre todo si nos dice que haga lo que haga lo hace a modo de reivindicación. El auténtico caballo de Troya del siglo XXI, porque le hemos dejado pasar hasta la cocina, hemos cantado “es un veneno que llevo dentro” mientras se taladraba en nuestro cerebro que esta era la voz masculina de nuestra generación. 

No me sorprende que los machitos le defiendan, igual que tampoco me llama la atención que las chicas de la famosa fotografía sean algunas de las actrices, instagrammers y modelos que más defienden el feminismo en redes sociales. Ester Expósito incluso tiene puesta una cita en su bio de Instagram. Tuvo que ser desde el principio un movimiento calculado, confío en que esas chicas vieron lo mismo que vimos todos en la imagen: un Jesús Gil moderno. No puede ser que no pensaran en ello. La explicación tiene que ser el sentirse dentro de la broma, parte del pastel como un argumento de peso para participar.

Y aunque es obvio que las mujeres queremos hacer uso de nuestra sexualidad siempre que nos dé la gana, posar desnudas o en bikini si nos apetece, y hacer de posavasos con el culo en pompa si así nos place… es imposible negar que la foto apeste. Algunos, por no saber por dónde tirar, alegaban que lo que faltaba en la composición era algún cuerpo no normativo, para que la imagen de pimp que tiene a cualquier mujer que le apetezca a su disposición, la que se pretendía transmitir con la imagen, fuera inclusiva. Porque en vez de deshacernos de la idea de mujeres como objeto (objeto de valor, dirán algunos como queriendo justificar lo injustificable) es mejor que cuantas más mujeres se pueda tirar al foso mejor.

Más pronto que tarde descubriremos el porqué de tal despropósito o la excusa con la que todos se justificarán, mientras que los feministas que solo defienden a las mujeres cuando les viene bien (es decir, cuando supone ver carne de gratis) seguirán diciendo que algunas somos peores que los talibanes por no estar de acuerdo. Hace poco me decía uno que esta polémica foto no tenía fallo porque ellas sabían lo que firmaban pero ¡amigo! El casting couch, como se hacía referencia al sistema de abuso que había en Hollywood para las jóvenes e inexpertas actrices, era ampliamente conocido ¡y la gente aún se sometía a ello! ¡Con la intención de avanzar! ¡De ser famosa! Y oye, que no todas dependían económicamente de ese futuro en la industria del cine. Cuando conviertes el sexo en una moneda de cambio durante siglos y siglos, convirtiéndolo en una de la pocas armas que las mujeres tenían para negociar, ¿qué esperabas? Vender tu cuerpo, física o metafóricamente, es lo más lógico y ni siquiera parece algo denigrante. Casi parece que lo haces porque eres una mujer fuerte e independiente con shark mentality que hace lo que sea por prosperar. Suertes del feminismo capitalista.

La conocida como male gaze, la visión masculina que centra la representación femenina en el placer del hombre, pone en perspectiva todo tipo de libertad sexual para mujeres. Porque hasta lo que es solo para nosotras lo pueden disfrutar ellos, y hacer uso inapropiado de nuestra imagen denigrando (sin nuestro conocimiento) lo que para nosotras era un grito de liberación. Así que sí, podemos hacer lo que queramos, pero no hay que olvidar que todo es un acto político, e inmortalizarse como miembro de un harén de personas exuberantes, guapas, delgadas y ricas no ayuda a las mujeres. Ayuda a que C Tangana supere el que sea su traumita y prevalezca la idea de que muchas chicas medio desnudas junto a un hombre es sinónimo de éxito.