¿Por qué empezamos cosas y no las terminamos?

Lo hablamos hace unos meses, empecé este post en septiembre y no fui capaz de terminarlo o publicarlo. Irónico a más no poder. Todos los meses de septiembre, como en enero, tenemos ganas de empezar. Le damos cuerda al reloj y nos decimos que, sea lo que sea lo que hemos estado haciendo hasta ahora, va a cambiar.
¿Quizás solo soy yo? Lo dudo.

foto @elementosbvsv


Los propósitos de año nuevo y planes de nuevo curso, toda la gente que llega en septiembre y en enero al gimnasio. Como me decía mi padre una mañana de septiembre mañana, comienza la liga y se apuntan a la oferta para ver el fúrbol. A nivel de marketing son fechas muy importantes porque hablamos una vez más del consumismo estacional, la sociedad te permite gastar porque es "necesario".

Con 26 años, cuando hace 4 años que dejé de ir a la universidad, sigo pensando en qué materiales necesito para el nuevo curso a pesar de que volví al trabajo el 26 de agosto y, creo que, por primera vez en mi historia no me hizo ilusión la vuelta de las vacaciones.

Pero, ¿por qué esta obsesión con los nuevos comienzos? Siempre he sido de la opinión que insiste en que lo nuevo siempre es mejor, totalmente en contra de la expresión "mejor malo conocido"... Siempre he pensado que un poco de movimiento viene bien para despertarte y sacarte de la zona de comfort, de lo conocido y aburrido, de quedarte estancado. Sin embargo, la comodidad es la que reina y muchas veces es imposible cambiar las cosas sin algún agente externo forzando a que te levantes del sofá.



También puede estar atado con la idea de que, a cada año mayor, debemos ser un poquito mejores. Sin embargo en el día a día se puede perder esa noción de crecimiento personal. Quizás incluso podemos recordar algunas cosas que queríamos o a las que aspirábamos cuando éramos más jóvenes y nunca llegamos a hacer. Sueños inalcanzables que usamos ahora para torturarnos como lo que pesábamos o soñábamos cuando éramos adolescentes: por ejemplo yo quería ser actriz o cantante (o quizás, simplemente, famosa) y pesaba algo menos de 60 kilos que ahora me parecen tan imposibles como ganar un Oscar.

Mañana empezamos el nuevo año y, al menos en mi grupo de amigos, nos juntaremos para hacer la lista de resoluciones de nuevo año. No he cumplido ni la mitad... Pero, ¿hubiera cumplido alguna si no me las hubiera propuesto todas?
Esa es la pregunta que tenemos que hacernos para seguir teniendo la ilusión en los nuevos comienzos, seguir creyendo en La Esperanza como concepto que hay que cuidar y alimentar para seguir teniéndola.

¿Nos vemos en 2020?

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