Reviendo 'Sexo en Nueva York': ¿por qué sigue siendo imprescindible?
Este mes, ¿o ya fue el mes pasado? Me hice por fin HBO. He estado reticente porque solo me decían cosas malas de ello. Todo a excepción del catálogo, claro, que es inmejorable.
Después de verme 'The Handmaid's Tale', los últimos de 'Vikings' y 'Westworld' que tenía pendientes, y 'Feud' (también intenté 'The Young Pope' pero nuestro idilio no funcionó), decidí que no podía ser mejor momento que este para empezar 'Sexo en Nueva York' y verla por primera vez de principio a fin. Voy por la tercera temporada y pensé que me sorprendería la cantidad de capítulos que nunca había visto pero más bien es lo contrario, me sorprende que sean tan pocos los que nunca había llegado a ver.
Cuando se estrenó 'Sexo en Nueva York' tendría yo cuatro años (6 de junio de 1998), a punto de cumplir cinco, y cuando terminó en 2004 aún no había cumplido 11. En cambio, al igual que 'Friends', las repeticiones en la televisión son tan constantes que es inevitable que me hubiera quedado sin ver algo. Pero la cosa es que no recuerdo haberlo hecho... En mi adolescencia mi madre y yo veíamos mucho la tele juntas y hasta la mayoría de edad, cuando me fui de casa, lo que veía sin ella era contado. Y creo que no se me hubiera olvidado ver escenas así con mi madre, la verdad, parece la típica cosa que te marca para siempre.
Sea cuando fuera cuando vi 'Sexo en Nueva York' -probablemente a escondidas-, lo vi hace tanto tiempo y con una mentalidad tan diferente que este era el momento propicio. Llevo unos años que frases tan míticas de la serie como "¿es que no queda ni un solo hombre normal en Manhattan?" me vienen como anillo al dedo -aplicadas a Madrid, por supuesto-.
Cuando la empecé pensé que rápidamente me molestarían cosas tan sencillas como la mala calidad de la imagen o que se sintiera anticuada por comentarios machistas. Aún así mi primer pensamiento tras el primer capítulo fue "Sexo en Nueva York sigue siendo actual porque los hombres siguen siendo gilipollas". Y es un pensamiento que he mantenido durante estas tres temporadas, nunca más claro. En lo que hace años me parecían locas historias ahora veo mis propias anécdotas o las de mis amigas, perfectamente representadas y marcando una pauta de todo a lo que aspiro a veces, y de todo lo que me gustaría huir en otras ocasiones.
'Sexo en Nueva York' sigue siendo actual porque seguimos teniendo amigas como Samantha, que están loquísimas, o como Charlotte, que están también bastante loca pero de otra manera.
Ese clásico juego de "con quién te identificas de X serie de un grupo de amigos", uno de mis juegos favoritos del mundo para conocer a la gente, me tiene ahora en vilo porque no sabría a quién contestar. Así como en 'Cómo conocí a vuestra madre' me parece obvio que soy Marshall, en 'Friends' sin duda Monica, la idea que tenía de que en 'Sexo en Nueva York' soy Miranda se tambalea... Porque sí, resulta que al final son mujeres con carácter pero también con capas, con un ser humano real. Y lo normal es que no encajes al 100% con nadie nunca por eso de que todos somos únicos e irrepetibles.
A pesar de que Carrie y el resto de sus amigas tienen al menos 10 años más que yo, me siento más identificada que nunca con sus problemas, sus inseguridades... Y aunque no entiendo por qué están tan obsesionadas con el matrimonio, veo el concepto perfectamente cercano y, como se dice en inglés sin traducción aparente, relatable, me deja que me identifique con el problema. Porque por mucho que haya evolucionado el mundo y por mucho que piense que los hombres son lo peor que me ha pasado nunca, me da pánico pensar que a los 35, ¡o 40! ¡O los que sean! Voy a estar soltera y sin prospectos de dejar de estarlo. El otro día me dijo un amigo que moriré soltera... y aunque me sentó fatal no lo dije, sobre todo porque estoy de acuerdo.
Después de verme 'The Handmaid's Tale', los últimos de 'Vikings' y 'Westworld' que tenía pendientes, y 'Feud' (también intenté 'The Young Pope' pero nuestro idilio no funcionó), decidí que no podía ser mejor momento que este para empezar 'Sexo en Nueva York' y verla por primera vez de principio a fin. Voy por la tercera temporada y pensé que me sorprendería la cantidad de capítulos que nunca había visto pero más bien es lo contrario, me sorprende que sean tan pocos los que nunca había llegado a ver.
Cuando se estrenó 'Sexo en Nueva York' tendría yo cuatro años (6 de junio de 1998), a punto de cumplir cinco, y cuando terminó en 2004 aún no había cumplido 11. En cambio, al igual que 'Friends', las repeticiones en la televisión son tan constantes que es inevitable que me hubiera quedado sin ver algo. Pero la cosa es que no recuerdo haberlo hecho... En mi adolescencia mi madre y yo veíamos mucho la tele juntas y hasta la mayoría de edad, cuando me fui de casa, lo que veía sin ella era contado. Y creo que no se me hubiera olvidado ver escenas así con mi madre, la verdad, parece la típica cosa que te marca para siempre.
Sea cuando fuera cuando vi 'Sexo en Nueva York' -probablemente a escondidas-, lo vi hace tanto tiempo y con una mentalidad tan diferente que este era el momento propicio. Llevo unos años que frases tan míticas de la serie como "¿es que no queda ni un solo hombre normal en Manhattan?" me vienen como anillo al dedo -aplicadas a Madrid, por supuesto-.
Cuando la empecé pensé que rápidamente me molestarían cosas tan sencillas como la mala calidad de la imagen o que se sintiera anticuada por comentarios machistas. Aún así mi primer pensamiento tras el primer capítulo fue "Sexo en Nueva York sigue siendo actual porque los hombres siguen siendo gilipollas". Y es un pensamiento que he mantenido durante estas tres temporadas, nunca más claro. En lo que hace años me parecían locas historias ahora veo mis propias anécdotas o las de mis amigas, perfectamente representadas y marcando una pauta de todo a lo que aspiro a veces, y de todo lo que me gustaría huir en otras ocasiones.
'Sexo en Nueva York' sigue siendo actual porque seguimos teniendo amigas como Samantha, que están loquísimas, o como Charlotte, que están también bastante loca pero de otra manera.
Ese clásico juego de "con quién te identificas de X serie de un grupo de amigos", uno de mis juegos favoritos del mundo para conocer a la gente, me tiene ahora en vilo porque no sabría a quién contestar. Así como en 'Cómo conocí a vuestra madre' me parece obvio que soy Marshall, en 'Friends' sin duda Monica, la idea que tenía de que en 'Sexo en Nueva York' soy Miranda se tambalea... Porque sí, resulta que al final son mujeres con carácter pero también con capas, con un ser humano real. Y lo normal es que no encajes al 100% con nadie nunca por eso de que todos somos únicos e irrepetibles.
A pesar de que Carrie y el resto de sus amigas tienen al menos 10 años más que yo, me siento más identificada que nunca con sus problemas, sus inseguridades... Y aunque no entiendo por qué están tan obsesionadas con el matrimonio, veo el concepto perfectamente cercano y, como se dice en inglés sin traducción aparente, relatable, me deja que me identifique con el problema. Porque por mucho que haya evolucionado el mundo y por mucho que piense que los hombres son lo peor que me ha pasado nunca, me da pánico pensar que a los 35, ¡o 40! ¡O los que sean! Voy a estar soltera y sin prospectos de dejar de estarlo. El otro día me dijo un amigo que moriré soltera... y aunque me sentó fatal no lo dije, sobre todo porque estoy de acuerdo.
P.D.: sí, pero son incapaces de dejar un final feliz sin un hombre... al fin y al cabo, ¿qué mejor manera de representar lo que piensa una mujer corriente? Desgraciadamente, ninguna.
xx